El uso de la Biblia
en la Pastoral de los Derechos Humanos
Una experiencia desde Yucatán
Raúl Lugo
El equipo de promoción y defensa de los derechos humanos INDIGNACIÓN A.C. es una organización no gubernamental que trabaja en Yucatán desde mayo de 1991. No es un grupo confesional, pero está formado desde sus inicios por personas, hombres y mujeres, que han tenido trabajo eclesial, particularmente en el acompañamiento de comunidades eclesiales de base. Sin ser un grupo católico, INDIGNACIÓN A.C. es, pues, un equipo de inspiración cristiana.
Por si fuera poco, INDIGNACIÓN A.C. contó, desde su fundación, con un presbítero católico como parte de su equipo coordinador y ha desarrollado sus trabajos de promoción en muchas de las parroquias de Yucatán que tienen trabajo con las CEBís y en algunos colegios católicos. La implementación de talleres de herramientas jurídicas para la defensa de los más pobres, así como los cursos sobre derechos humanos en general o de algún aspecto específico de ellos (talleres sobre derechos de las mujeres, de los pueblos indios, de personas que viven con vih/sida, derechos electorales, etc.) han encontrado en los grupos parroquiales un ambiente natural de difusión.
Es por eso que, desde el inicio, el equipo INDIGNACIÓN A.C. se preocupó por la reflexión bíblica acerca de los derechos humanos, sea por el talante católico de muchos de sus miembros, sea por petición expresa de algunas comunidades parroquiales que participaban en los talleres que el equipo impartía. A lo largo de estos 10 años, el equipo ha tenido diversos acercamientos a la Escritura, que han marcado una clara evolución y que hoy quisiera compartir con los biblistas que participan en esta XII reunión de la Asociación de Biblistas Mexicanos .
La posición ìfundamentalistaî, primer paso
Una primera tendencia, urgida por la práctica común de ofrecer talleres de difusión de los derechos humanos a equipos de inspiración cristiana, fue la de fundamentar cada uno de los 30 artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU con citas bíblicas que sirvieran de referencia. Así, se elaboraron elencos de citas en relación con muchos de los derechos consagrados por la declaración de la ONU. Una de las listas más usadas fue la siguiente:
Liberación de la servidumbre Ex 1-15
Liberación de la esclavitud Lev 25,25-49
Protección de la vida Rut 4,5
Derecho a ser libres Gal 5,1; 4,26; 1Cor 7,22; 3,17; Gal 5,13; 1Cor 5,12; 1Pe 2,19
Combate a la pobreza Dt 15,11
Derecho a la integridad física Zac 2,12
Obligación de compartir Is 58,6-8; Prov 21,10
Prohibición de quitar la vida Ex 23,7; Am 5,7; Prov 17,15; Dt 227,55; Ap 21,8; L1v 19,11; Sal 109
No discriminar al hermano/a Prov 14,21; 21,10; 18,19; Is 18; 56,9-12; 3,4; Jer 22,3; Sab 5,3-7; 1Jn 3,14-17
Amar a los pobres Ecl 4,1; Miq 2,1; Sal 41; Zac 7,10; Lev 25,35; Dt 23,30; Ex 22,24; Lc 10,25-37
Derecho a la justicia Dt 1,16; Dt 16,18-20
Derecho a la alimentación Ex 23,11; Is 10; Mc 8,1ss; Sab 4,16; Prov 25,21; Ez 18,5; Is 55,1ss; Lc 1,53; 15,19-24; Mt 4,4; 10,42; Jn 4,32
Como puede verse, en este campo la relación entre la Biblia y los derechos humanos era un tanto apologética. Aunque el tema era novedoso, los derechos humanos, la aproximación bíblica se limitaba a mencionar textos bíblicos que apoyaran el discurso preestablecido. Algunos beneficios mayores podían alcanzarse si los textos se usaban para mesas de trabajo y reflexión y se acompañaban de preguntas generadoras. De cualquier manera, en la mayor parte de los casos, los textos terminaban por convertirse en un listado estilo: ìtienes una pena grande, entonces lee...î. También puede constatarse otra grave deficiencia, que, salvo en el derecho a ser libres, la mayor parte de los textos bíblicos está tomada del Primer Testamento.
La fundamentación de todos los derechos: la dignidad humana
Una tendencia que pronto se impuso fue la de tratar de fundamentar la pastoral de los derechos humanos poniendo como base la dignidad de la persona humana, tema muy presente en la revelación bíblica. Para esta etapa resultó muy importante la reflexión generada en torno a los pasajes sapienciales del inicio del libro del Génesis. Los relatos de los orígenes y el anuncio de la creación del ser humano ìa imagen y semejanza de Diosî fueron de mucha utilidad para la comprensión de la dignidad humana como uno de los elementos fundamentales de la revelación bíblica.
Tres cosas se resaltaban de los textos del Génesis en relación con la dignidad humana. La primera era que las enormes posibilidades que hay en la vida humana, posibilidad real de poder vivir y convivir con Dios, de vivir para siempre y ser eternamente y plenamente feliz, de lograr la plena armonía con la naturaleza y con los demás seres humanos, no estaban dentro de la persona como una parte natural de su vida, sino que son un don gratuito de Dios. Este principio será desarrollado en la revelación bíblica en torno a la noción de filiación divina: Dios es Padre de la humanidad; todos los seres humanos son hijos de Dios. Ésta es la fuente de una enorme dignidad que crece cuando la persona se acepta como criatura, amada gratuitamente por Dios. Esta realidad está insinuada ya en el Primer Testamento, pero sólo se reafirma y proclama solemnemente en el Segundo Testamento. Un segundo elemento era la afirmación del libro del Génesis acerca de la igual dignidad entre el hombre y la mujer. El segundo relato de la creación (Gn 2,4ss) nos fue de gran importancia en este aspecto. Un último elemento digno de ser resaltado era que la grandeza del hombre quedaba significada, en el primer relato de la creación, en el dominio que Dios le entrega sobre todas las cosas. La bendición de Dios a la pareja humana reside en la capacidad de procrear y de someter la tierra .
Las primeras aportaciones lingüísticas
La reflexión acerca de la dignidad humana parecía cubrir las expectativas de los grupos parroquiales que solicitaban cursos de derechos humanos. El reto siguiente se presentó cuando hubo que preparar un curso para seminaristas y presbíteros. Eran tiempos en que la lucha por los derechos humanos encontraba todavía suficientes simpatías en las estructuras de la iglesia jerárquica. El curso debería contener elementos de reflexión bíblica que se elevaran por encima del conocimiento medio. Nos propusimos entonces hacer un estudio del término ìderechoî en el Primer Testamento .
Organizado el curso en torno a la división hebrea de la Biblia, nos fijamos en primer término en la TORAH. El primer texto estudiado fue Gn 18,16-33, la discusión entre Dios y Abrahán antes de que Aquel destruyera Sodoma y Gomorra, en donde el término MISHPAT aparece como parte de la orden de Dios de practicar ìla justicia y el derechoî (v.19) y en la referencia a Dios como ìEl Señor del Derechoî (v.25). Estudiamos después el Código de la Alianza (Ex 20,22-23,19), como marco de la legislación fundamental de los diez mandamientos (Ex 20,1-2). Observamos cómo el Código de la Alianza, aun sirviéndose de leyes antiguas, trataba de garantizar (aun en medio de instituciones que ahora consideraríamos como "violatorias" de los derechos humanos, como la esclavitud o la marginación de la mujer) ciertos límites derivados de la conciencia de ser pueblo liberado por Dios. Así, encontramos en el código de la alianza la ley de los lugares de asilo (Ex 21,12-14), o las leyes de "protección" al ladrón (Ex 22,1-2). Algunos mandatos concretos dejan ver la motivación de las leyes (Ex 22,20): Israel está llamado a ser el anti-Egipto, es decir, un tipo alternativo de sociedad en medio de las naciones. Estudiamos también Ex 23,2.6 con la aplicación del derecho en el marco de los juicios (Ex 23,1-9), donde se comienza a delinear la "parcialidad" del sentido del derecho, en favor de los indefensos de la sociedad (Ex 23,10-11).
En el estudio del Código de santidad (Lv 17-27) y de los dos últimos libros del Pentateuco, encontramos algunas leyes que promovían el respeto igualitario (24,22; 19,33), particularmente la ley del año jubilar proclamado en 25,8-17 y que encuentra su sentido más profundo en la vuelta a la igualdad de oportunidades (25,8-17). En el estudio del libro del Deuteronomio nos resultaron de especial interés algunos temas: El tema del derecho y la justicia, el avance de la justicia a la caridad (14,28; ¡15,11!), y las referencias insistentes a la cuestión de los tribunales (16,18-19; 17,9), las ciudades de asilo (19,1-14) y la necesidad de testigos veraces en los juicios (19,15-21).
El estudio del Pentateuco como conjunto en su relación con el derecho y la justicia, nos permitió llegar a tres constataciones importantes. Una primera constatación fue que las disposiciones que tienen relación con el derecho y la justicia no aparecieron en el marco de una relación legal, a manera de un contrato de compraventa o arrendamiento, sino que aparecieron como la respuesta de un pueblo que ha experimentado el amor liberador de su Dios.
La segunda constatación de los textos del Pentateuco acerca del derecho y la justicia, fue que los sujetos son casi siempre autoridades: por una parte está Yahveh, el dueño de toda la tierra, que ordena a su pueblo seguir sus normas y preceptos, porque él mismo es el autor, hacedor y garante del derecho: "¿O es que el juez de la tierra no aceptará lo que es justo [mispat]?" (Gen 18,25). Por otra parte están los sacerdotes y los jueces, especialmente en los textos del Deuteronomio, que son los encargados de administrar el derecho y la justicia (Dt 17,9). Son ellos, precisamente por su deber de impartir justicia, quienes están sujetos a la tentación del soborno y de la acepción de personas (Dt 16,19). La dura crítica de Diosì¥Á 9 ? ¿ Î bjbj?Ï?Ï ?| ü¥ ü¥ /Ç ÿÿ ÿÿ ÿÿ l ¸ ¸ ¸ @ ø 0 P P P $ | ì¥Á 9 ? ¿ Î bjbj?Ï?Ï ?| ü¥ ü¥ /Ç ÿÿ ÿÿ ÿÿ l ¸ ¸ ¸ @ ø 0 P P P $ | a cantidad de textos habla de los pobres (Ex 23,6), los huérfanos (Dt 10,18), las viudas (Dt 24,17) y los forasteros (Lev 24,22; Num 15,16). Se trata del grupo de los INDEFENSOS, los que dada su particular situación económica y social no tienen acceso al poder y de los que es fácil aprovecharse. Dios es el defensor de estos indefensos. Estas tres constataciones están presentes, tanto en el Código de la Alianza (Ex 20,22-23,33), como en el libro del Deuteronomio y en el Código Sacerdotal (Lev 17-26). Así, todos los textos legislativos del Pentateuco entienden el derecho siempre en relación con la alianza establecida entre Dios y el pueblo, y en referencia obligada a los más indefensos de la sociedad.
Las mismas conclusiones se desprenden del estudio de los libros proféticos y sapienciales, con la particularidad de que el último aspecto, de velar por los derechos de los indefensos, encuentra un coronamiento especial en la literatura profética.
La reflexión neotestamentaria
Un vacío seguía permaneciendo en la reflexión bíblica sobre los derechos humanos: la ausencia de una vertiente que partiera de los textos del Nuevo Testamento. La colaboración en el libro ìBiblia y Derechos Humanosî, publicado por la Comisión Episcopal de Pastoral Bíblica me permitió acercarme más al tema y sistematizarlo mejor . Nuestra propuesta fue ir a los fundamentos mismos de la predicación de Jesús para, desde ahí, encontrarnos con la justificación última de los derechos humanos. Hicimos un análisis también, aunque de manera breve, sobre algunas de las prácticas que Jesús promovió entre sus discípulos y que la comunidad cristiana del primer siglo desarrolló en medio de una notable vitalidad. Finalmente fijamos la atención en la manera como los cristianos del primer siglo, cuyo testimonio nos ha quedado en el Segundo Testamento, enfrentaron la relación con las autoridades.
Un primer elemento a estudiar fue la noción de reinado de Dios y lo que ésta tenía que ver con los derechos humanos. Escogimos tres textos claves para entrar en el tema. El primero es el envío que Juan Bautista hace de dos discípulos suyos desde la cárcel en la que se encontraba, para averiguar qué significaba la predicación de Jesús (Mt 11,2-6 y Lc 7,18-23) y su conclusión más evidente: que el nuevo gobierno que Dios viene a establecer consiste en hacer recobrar a los seres humanos la humanidad cabal que han perdido de mil maneras. El segundo texto, exclusivamente lucano, es aquel en el que Jesús, al inicio de su ministerio, entra a la sinagoga de Nazaret (Lc 4,14-19). En este texto aparece la misión de Jesús descrita como ìdar la buena noticia a los pobresî, pero, además, como si quisiera hacer aún más concreto lo social de su propuesta, Jesús presenta su misión como ligada a la resurrección de una estructura social ideal que Israel conservaba en su recuerdo utópico: ìel año de gracia del Señorî que, como todos sabemos, significaba la oportunidad en que, independientemente de los méritos de cada persona, la tierra de Israel y sus riquezas volvían a repartirse por igual entre todos sus habitantes. Por último, abordamos el tercer texto, el de las bienaventuranzas, que termina por aclararnos el significado de ìreinado de Diosî. Se trata de saber quiénes son los que definen la apuesta de felicidad que trae Jesús y de qué manera quiere hacerlos felices dicho reinado de Dios. Se concluye el estudio de la significación de reinado de Dios con el abordaje de algunas de las parábolas polémicas de Jesús, que muestran en dónde residió el conflicto que terminó por enfrentarlo con las autoridades y ocasionó el final violento del profeta de Nazaret: la parábola de los viñadores homicidas (Mc 12,1-11 y par.), la parábola de las ovejas y de los cabritos, también llamada parábola del juicio final (Mt 25,31-46) y la parábola lucana del buen samaritano (Lc 10,25-37).
A partir de este estudio alcanzamos a descubrir la revolución hermenéutica ocasionada por Jesús, que fue escandalosa para Israel porque desproveía de seguridades a la religión judía y quitaba a los gobernantes judíos la justificación teológica de la marginación en la que mantenían a los pobres. Descubrimos también que la opción evangélica por los pobres como criterio hermenéutico es mucho más arriesgada porque apela al eros y no al logos, a la compasión más que a la razón. Los evangelios nos enseñan que la única manera de saber qué es lo que Dios quiere es optar por un proyecto liberador y humanizador.
Completamos el estudio de las enseñanzas del Jesús histórico tomando en consideración algunos textos en los que Jesús dio instrucciones precisas acerca de las relaciones entre los discípulos y de éstos con el mundo, resaltando solamente dos aspectos: la necesidad de compartir los bienes y las relaciones de igualdad fraterna que debían existir entre los discípulos.
Encontramos ya delineados los principios rectores de la comunidad cristiana en cuanto comunidad alternativa, que tiene que ser signo de una nueva manera de vivir que debe practicar en su interior y buscar, por todos los medios, establecer este mínimo de valores en la convivencia social. El tipo de sociedad al que deben aspirar los cristianos, y hacia la cual deben dirigir sus esfuerzos organizados, es una sociedad en la que el lucro y la ganancia no ocupen el primer puesto. Una sociedad opuesta a la acumulación desmedida de bienes que lleva, como contraparte, la pobreza de muchos. Y debe procurar una organización social que responda al ideal fraterno que le marcó su Fundador, es decir, una sociedad con igualdad de oportunidades, con trato igualitario y respetuoso para todos los ciudadanos, con leyes que impidan el abuso de los unos sobre los otros. Estas características se ven plasmadas de manera especial en los dos sumarios de Hechos de los Apóstoles (2,42-47; 4,32-35) que procedimos a estudiar detenidamente, junto con dos textos que nos enseñan la manera de proceder de los primeros cristianos frente al uso y a la transmisión del poder en la comunidad (Hech 1,12-14 y Hech 6,1-7).
El estudio arrojó resultados muy importantes en el intento de ofrecer una amplia fundamentación neotestamentaria de la necesidad de respetar, promover y defender los derechos humanos. La predicación de Jesús sobre el reinado de Dios y lo que éste significa de transformación del mundo en el que vivimos, fue el punto de partida. Las actitudes de fraternidad e igualdad, recomendadas por Jesús a sus discípulos y vividas paradigmáticamente por las primitivas comunidades cristianas fueron el segundo elemento de la reflexión. La manera como los cristianos resolvieron sus relaciones con los poderes establecidos y los principios que defendieron, incluso con la entrega de su propia vida, fueron el tercer paso. La lectura de los textos nos dejó una prístina convicción: el reino que Jesús vino a establecer se identifica con el trabajo a favor de la plena humanización de las personas y de las sociedades; la experiencia de las comunidades primitivas así nos lo confirma. Todo lo que la iglesia haga por ayudar a que le sea devuelta su dignidad a los pobres y desamparados, es decir, a que sean respetados los derechos humanos, no es, pues, otra cosa que el cumplimiento de su misión. La omisión en este campo aparecía, en cambio, como la negación de su identidad y de su misión.
Progresividad bíblica y derechos humanos
Siempre, al iniciar los cursos sobre Biblia y derechos humanos, me he sentido obligado a responder a una pregunta inicial: ¿qué tiene que ver la Biblia con los derechos humanos? Coincido sinceramente con el planteamiento de Carlos Mesters cuando, comentando una intuición agustiniana, afirma: "La Biblia no es el primer libro que Dios escribió para nosotros, ni el más importante. El primer libro es la naturaleza, creada por la Palabra de Dios; son los hechos, los acontecimientos, la historia, todo lo que existe y acontece en la vida del pueblo; es la realidad que nos envuelve. Dios quiere comunicarse con nosotros a través de la vida que vivimos. Por medio de ella nos transmite su mensaje de amor y de justicia. Pero los seres humanos, por causa de nuestros pecados, organizamos el mundo de tal manera y creamos una sociedad tan torcida, que ya no es posible percibir claramente la voz de Dios en medio de la vida que vivimos. Por eso Dios escribió un segundo libro que es la Biblia. Este segundo libro no vino a sustituir al primero. La Biblia no vino a ocupar el lugar de la vida. La Biblia fue escrita para ayudarnos a entender mejor el sentido de la vida y percibir la presencia de la voz de Dios en medio de nuestra realidadî . En este sentido, la Biblia sólo existe en función de la vida, para que ésta nos hable nuevamente de Dios, del Dios vivo y verdadero . Todas las realidades de la vida tienen que ver con la Biblia.
Al estudiar algunos textos del Primer Testamento, muchos de los participantes de los cursos y talleres hacían preguntas acerca de algunas instituciones que aparecían en el texto: el año jubilar, las ciudades de asilo, quiénes eran los jueces y cómo funcionaban los juicios, cuándo se imponía la pena de muerte, etc. Esto nos hizo entrar en la última etapa de nuestro trabajo bíblico. Ofrecemos cada año, casi siempre durante el verano, un curso-taller en el que tratamos de desentrañar a través de toda la Escritura el progreso de algunas ideas, costumbres, tradiciones o instituciones que puedan iluminar de alguna manera el asunto de los derechos humanos. El primer intento fue el de detenernos a mirar de cerca las relaciones de poder tal y como aparecían a lo largo de toda la Biblia. Ya se sabe que la promoción y defensa de los derechos humanos es, fundamentalmente, una lucha contra los abusos de poder. La cultura de los derechos humanos intenta restablecer el equilibrio entre los derechos ciudadanos y el recto uso de la autoridad por parte de quienes gobiernan, en la construcción de sociedades cada vez más democráticas. Fue así como organizamos en 1998 el taller que llevó por título El poder en la Biblia. Su uso y sus abusos. En él estudiamos algunos textos bíblicos para descubrir si hubo progreso en la comprensión del poder y de las relaciones que alrededor de él se crean y para comprender mejor la especificidad de la revelación cristiana en torno a ese tema .
En 1999 el Equipo Indignación A.C. se involucró en una batalla legal: solicitó juicio político en contra del presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Yucatán, por irregularidades en el desempeño de sus labores. Esta situación, inédita en el país, permitió que el equipo realizara un estudio exhaustivo de la institución del ombudsman, su surgimiento, su misión, su recto funcionamiento. Para acompañar este esfuerzo en el que se involucró una buena parte de la sociedad civil yucateca, Indignación A.C. organizó en el verano de 1999 el taller bíblico titulado Dios-Ombudsman. El defensor de los indefensos. En dicho taller se analizaron algunas experiencias de defensoría que aparecen en la Escritura: el goíel o vengador de la sangre, las ciudades de asilo, los tribunales y jueces, las leyes especiales para los pobres, etc. Estudiamos también la aparición de la categoría ìhuérfanos y viudasî como síntesis de la situación de indefensión, así como la institución del año jubilar y sus consecuencias en la defensa de los más débiles . Nos fijamos, por último, en la plenificación neotestamentaria que hallamos en el anuncio que Jesús hace de un nuevo y definitivo ìaño jubilarî (Lc 4,16-21), el trato que Jesús ofrece a los débiles de su tiempo, la entrega vicaria de Jesús como culmen de su labor de defensoría de los más pobres y la iglesia en cuanto ciudad de refugio .
Este año 2000 que acaba de terminar, Indignación A.C, ha querido cerrar el siglo con el taller titulado Dios habla con voz de mujer, que tuvo como objetivo reflexionar acerca de la relación entre la revelación cristiana y el papel y figura de la mujer, para contribuir, con una adecuada fundamentación teórica y religiosa, a los esfuerzos por conseguir la equidad de género en la sociedad y en la iglesia. Tres fueron los temas fundamentales que abordó este, el más reciente de los talleres bíblicos de Indignación A.C.: Las mujeres en la Palestina de tiempos de Jesús (la situación económica, política y social de las mujeres, sus relaciones de dependencia con el varón, las ideas que justificaban la situación de inequidad en que vivía la mujer en Israel, la participación de las mujeres en los ritos y costumbres religiosas, etc.), las heroínas de la Biblia en el Primer Testamento (las principales mujeres que pueblan el Primer Testamento y su influencia en el pueblo de Israel, la aparición de la mujer en los relatos de la prehistoria bíblica, etc.) y las mujeres en los evangelios y en la iglesia primitiva (actitud de Jesús frente a las mujeres, desafío de Jesús a la cultura machista de su época, las mujeres y la estructura de la iglesia primitiva, la visión paulina de la mujer, etc.). Se concluyó el taller con un ejercicio de lectura feminista de la Biblia, explicando sus principios rectores y aplicándolos a algunos textos concretos.
Colofón necesario: la iglesia y los derechos humanos
Hay quienes sostienen que, sobre todo en los últimos tiempos, la iglesia ha estado sometida a un proceso de desmantelamiento en lo que tiene que ver con la dimensión social de su predicación. Se le echa la culpa a múltiples factores: al reforzamiento del neoliberalismo como ideología dominante, a la desautorización eclesiástica de ciertas corrientes de la teología de la liberación, al auge de muchos movimientos intraeclesiales de corte conservador y hasta a algunos grupos con cierto nivel de autoridad dentro de la Jerarquía eclesiástica. Yo creo que en el campo del trabajo a favor de los derechos humanos estas afirmaciones son ciertas solamente en la medida en que dirigimos nuestra mirada hacia ciertas esferas de gobierno eclesiástico y las desviamos de los cristianos que tienen trabajo de base.
Yo sostengo que la defensa de la dignidad humana frente a los abusos de poder ha sido siempre, desde los tiempos del Nuevo Testamento, una batalla que los cristianos han reconocido como propia. La frase ìes preciso que obedezcamos a Dios antes que a los hombresî (Hech 4,19) ha quedado como testimonio de resistencia de los primeros cristianos ante los abusos de las autoridades judías. Por eso es que, en el desarrollo de su doctrina social, la comunidad cristiana fue adquiriendo una percepción cada vez más clara de los lazos intrínsecos que existen entre el anuncio de la Buena Noticia y la preocupación por el respeto a la dignidad humana de todos y todas.
En los últimos tiempos, se han multiplicado las declaraciones de los Papas y de los Obispos para recordarnos la obligación que todos tenemos de promover y defender el respeto a los derechos humanos. Pero, lo más importante, es que no solamente las autoridades eclesiásticas han hablado, sino que los cristianos de base se han ido organizando para realizar este trabajo que tiene tanto sabor a evangelio. Así, a todo lo largo y ancho de nuestro país y continente, han ido surgiendo diversos grupos de defensa de derechos humanos formados por cristianos de buena voluntad. Algunos de estos grupos están dirigidos por congregaciones religiosas, otros son expresión de la misma vida diocesana, otros más no son oficialmente eclesiales, pero tienen en su base la inspiración cristiana, y algunos más son muestra de trabajo ecuménico, porque reúnen a personas de diferentes confesiones religiosas. En nuestro país, por ejemplo, algunos de los más prestigiados centros no gubernamentales de derechos humanos son de este tipo: el Centro Miguel Agustín Pro, quizá el más conocido y combativo del país, forma parte del trabajo que desarrolla en México la Compañía de Jesús. Algunas diócesis, especialmente indígenas, han desarrollado centros de derechos humanos como parte de su trabajo articulado de pastoral; tal es el caso del Centro Fray Bartolomé de Las Casas y el Comité Fray Pedro Lorenzo de la Nada, ambos de la diócesis de San Cristóbal, o el Centro Tepeyac, de la diócesis de Tehuantepec, o el Secretariado de Justicia y Paz de la arquidiócesis de Guadalajara.
En otros casos, la participación de muchos cristianos en la defensa de los derechos humanos está acompañada por la presencia de ministros ordenados o de gente de la vida religiosa. Tal es el caso del Centro Ciudadanos en Apoyo a los Derechos Humanos (CADHAC) de la ciudad de Monterrey, en el que destaca la participación de la Hna. Consuelo Morales, o el Comité de Derechos Humanos de Tabasco (CODEHUTAB), que cuenta con la dirección del padre jesuita Francisco Goitia, o el Comité de Solidaridad y Defensa de los Derechos Humanos (COSYDDHAC), que fue fundado por el ya fallecido Obispo de la Sierra Tarahumara, don José Llaguno o el Equipo Indignación A.C. de Yucatán, del que honrosamente formo parte desde su fundación. En la red de organizaciones civiles de derechos humanos ìTodos los derechos para todosî, que concentra a más de 50 organizaciones diversas de todo el país, más del 70% de los grupos son de inspiración cristiana.
De parte del magisterio de la iglesia, se han multiplicado en los últimos años las declaraciones a favor de la dignidad humana. La IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano reunida en Santo Domingo, por poner sólo un ejemplo, le dedicó un consistente apartado entre sus retos pastorales. En Roma, del 1 al 4 de julio de 1998, la Santa Sede realizó por primera vez un Congreso Mundial sobre la Pastoral de los Derechos Humanos. Este encuentro, organizado por el Pontificio Consejo Justicia y Paz, contó con la intervención del Papa que, de manera insistente, reclamó ìque la aceptación de los derechos humanos universales ëen la letraí, lleve a la puesta en práctica concreta de su ëespírituí, en todas partes y con la mayor eficaciaî. Esì¥Á 9 ? ¿ Î bjbj?Ï?Ï ?| ü¥ ü¥ /Ç ÿÿ ÿÿ ÿÿ l ¸ ¸ ¸ @ ø 0 P P P $ | ì¥Á 9 ? ¿ Î bjbj?Ï?Ï ?| ü¥ ü¥ /Ç ÿÿ ÿÿ ÿÿ l ¸ ¸ ¸ @ ø 0 P P P $ | piensa que los grupos de derechos humanos son grupos políticos y que, por tanto, su trabajo no va en la línea del trabajo de la iglesia. Y este temor no es infundado. En efecto, el trabajo de derechos humanos es un trabajo político, porque tiene como misión fundamental servir de barrera de contención a los abusos de poder que cometen quienes gobiernan. Pero pretender que la iglesia y su tarea de evangelización no tienen nada qué ver con la política es, por lo menos, ingenuo. Jesús asumió a fondo las consecuencias políticas de su predicación, al punto que sufrió la muerte más política que había en su tiempo: fue ejecutado por instigación del sanedrín, la autoridad máxima, religiosa y política, de su tiempo, y su asesinato fue sancionado por el representante del imperio romano.
Nuestra fe, toda fe, tiene consecuencias políticas. No querer asumirlo nos coloca en la posición de cómplices de las autoridades que abusan de su poder en contra de los ciudadanos. Es inevitable que ocurra lo que dice el jesuita David Fernández: ìel que defienda los derechos humanos ha de adoptar el lugar social de las víctimas, no el de los satisfechos ni el de los poderosos. La acción de los defensores de derechos humanos es un monumental acto de amor: es el fruto de hacerse vulnerable al dolor del otroî. No es difícil descubrir, entonces, la razón por la cual el trabajo de un cristiano que defiende los derechos humanos no sea muy agradable a los ojos de los que gobiernan.
No podemos también ignorar que la iglesia como institución, no siempre ha estado a la vanguardia de la defensa de los derechos humanos. Es más, el Papa Juan Pablo II ha reconocido públicamente en este año jubilar que recién terminó, que en muchos casos de la historia pasada, la iglesia fue cómplice y cometió ella misma abusos de poder. Desgraciadamente, todavía son muchos los casos en que los dirigentes de la iglesia ven con suspicacia a los cristianos y cristianas que se dedican a la defensa de los derechos humanos. Para poner sólo un ejemplo: el camino de cruz que, por su defensa de los indígenas, han tenido que seguir los obispos de san Cristóbal de Las Casas, don Samuel Ruiz y don Raúl Vera, no solamente no ha contado siempre con el acompañamiento solidario de sus hermanos obispos, sino que, en muchos casos se ha visto recrudecido por los ataques de algunos de ellos.
Yo pienso que, a los cristianos temerosos, habría que recomendarles leer los últimos documentos pontificios para convencerse de que el trabajo a favor de los derechos humanos no es solamente una estupenda oportunidad de cristianización del ambiente social, sino un deber ineludible de todo cristiano que se precie de serlo. La iglesia ha reafirmado, en muchos tonos y de distintas maneras, su opción por los pobres. Esta opción por los pobres pasa necesariamente por la defensa de sus derechos conculcados. Que esto nos conducirá a conflictos con quienes violentan esos derechos, salta a la vista. ¡Pero Jesús no dejó de hacer lo que debía por temor a los conflictos! Aquellos que quieren identificar a toda costa, orden social con justicia, descalifican la misma actuación de Cristo, que no temió ìdes-ordenarî el mundo de los poderosos de su tiempo. Yo, en cambio, estoy convencido que el anuncio de la dignidad de cada ser humano y la lucha por la construcción de una cultura de respeto a sus derechos, es el nuevo nombre del evangelio en este siglo que amanece. Por otra parte, la tendencia hacia el respeto a los derechos de las personas es una tendencia irreversible, dentro y fuera de la iglesia. Sólo en ese marco se construirán sociedades verdaderamente civilizadas y democráticas. El Vaticano ha estado muy activo en la reciente celebración de la Conferencia diplomática de la ONU para crear un tribunal penal internacional. En la protección de los derechos humanos a escala mundial, la institución eclesiástica ha querido ponerse en la línea frontal de ataque. Tarde o temprano, todas las diócesis verán la conveniencia de formar, como parte de su estructura de atención pastoral a los fieles, una comisión de justicia y paz, que se ocupe de la defensa de los derechos humanos y promueva un impulso educativo en esta línea. Eso sucederá también algún día en mi iglesia, la de Yucatán. No me cabe la menor duda. Mientras tanto, muchos cristianos y cristianas seguiremos trabajando codo a codo con todos los hombres y mujeres de buena voluntad que, como nosotros, estén comprometidos con la defensa de la dignidad y de los derechos de las personas, lo cual es, al mismo tiempo, una libre decisión y un misterioso destino.
Raúl H. Lugo Rodríguez
Mérida de Yucatán, enero de 2001
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